3 Dec 2024
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Múltiples son los factores que aumentan el riesgo de desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Entre estos se encuentran condiciones como obesidad, sedentarismo, hipertensión, diabetes, tabaquismo, disfunción endotelial e hiper-homocisteinemia.
Sin embargo, la condición de hipercolesterolemia, expresada a través de una aumentado nivel del colesterol transportado a través de la forma lipoproteína de baja densidad (LDL), constituye un factor particularmente relevante. Esto último se explicaría sobre la base de la “hipótesis oxidativa de LDL”, la cual postula que el colesterol y los ácidos grasos poli-insaturados transportados por la LDL experimentan una fácil oxidación en presencia de radicales libres y de otras especies reactivas. Lo anterior da lugar a la formación de LDL-oxidada (LDLox), y ocurre, principalmente, en el espacio subendotelial de nuestras arterias. Posteriormente, a través de fenómenos de naturaleza tanto inflamatoria como oxidativa, la LDL-oxidada es masivamente captada por un tipo de células llamadas macrófagos. Al acumular LDLox, estas últimas partículas se convierten en “verdaderas gotitas de colesterol y de grasa oxidada”, y se adhieren a la zona interna de los vasos sanguíneos para formar una placa llamada ateroma (endurecimiento de la pared interna de las arterias). Claramente, la sostenida y creciente formación de ateromas aumenta el riesgo de desarrollo de aterosclerosis y por ende de diversos accidentes vasculares. Este proceso comienza a los pocos años de vida y es progresivo en el tiempo. Si bien lo anterior ocurre en forma normal, en el marco de la hipótesis planteada, los antioxidantes constituyen compuestos capaces de contraponerse a la oxidación de LDL. Como resultado de numerosos estudios que muestran in vitro la habilidad de diversos antioxidantes para prevenir y/o retardar la oxidación de LDL, se han llevado a cabo importantes esfuerzos para evaluar en poblaciones humanas el potencial beneficio asociado a la administración de antioxidantes como vitamina E (alfa-tocoferol), vitamina C (Ac. ascórbico), y beta-Caroteno (pro-vitamina A). Sin embargo, la mayor parte de los estudios clínicos en los cuales se ha administrado estos compuestos, sea bajo la forma de productos farmacéuticos, de nutracéuticos y/o de suplementos alimenticios, han revelado frustrantes resultados. Si bien la explicación para la ausencia de resultados positivos es aún materia de debate, existiría consenso en torno a que los resultados de la mayor parte de los estudios realizados no ofrecen sustento científico –a lo menos no aún- como para avalar seriamente la recomendación de administrar en forma indiscriminada –sea con fines de prevención y/o tratamiento- altas dosis de dichos compuestos. En contraste con lo referido, la literatura científica da en cambio, amplio apoyo a la recomendación de aumentar la ingesta de compuestos antioxidantes bajo la forma de frutas y verduras. En efecto, de acuerdo a diversos estudios epidemiológicos, poblaciones que presentan un alto consumo de frutas y verduras exhiben, relativo a poblaciones que tienen un bajo consumo de dichos alimentos, un riesgo notablemente menor de desarrollar patologías cardiovasculares. Tales resultados son coherentes con el impulso que el INTA y diversas agencias internacionales de salud (OMS, OPS, FAO) vienen dando a la recomendación de ingerir 5 o más porciones de frutas y verduras por día. Si bien las frutas y las verduras constituyen una excelente fuente de fibras y microminerales, los beneficios para la salud cardiovascular asociados a su mayor consumo pueden ser atribuidos, fundamentalmente, a la abundante presencia en dichos alimentos de un grupo de compuestos llamados polifenoles, los que, junto a la presencia de vitaminas como las ya referidas, poseen potentes propiedades antioxidantes. La hipótesis prevalente que vincula los efectos “cardio- y vasculo-protectores” con un mayor consumo de frutas y verduras reside en el postulado de que “la ingesta continua” de los antioxidantes presentes en dichos alimentos contribuiría en forma importante a reducir la “oxidabilidad de la LDL”, y a través de ello, a una reducción del riesgo de desarrollo de patologías cardiovasculares. Cabe destacar que, a diferencia del escenario asociado a la administración ocasional de antioxidantes bajo la forma de productos farmacéuticos o de suplementos alimenticios, el consumo de alimentos ricos en antioxidantes asociado a una protección es observado bajo condiciones que suponen un consumo habitual (diario en lo posible), abundante (superior a 400 g/día), y variado (en cuanto a la composición). Respecto a esto último, los berries (arándanos, frambuesas, moras y frutillas), las manzanas (con cáscara), y las ciruelas, se encuentran entre las frutas de mayor contenido antioxidante. Al respecto, cabe destacar que Chile es un importante exportador mundial de dicho tipo de frutas. Recientemente, el INTA de la Universidad de Chile, a través de su Laboratorio de Análisis de Antioxidantes, ha hecho disponible una Base de Datos con los valores ORAC y de polifenoles totales contenidos en más de un centenar de especies/variedades de frutas. Una dieta rica y variada en frutas y verduras constituye una forma adecuada de “asegurar” la ingesta de antioxidantes no sólo en cantidad, sino en calidad adecuada. Durante el último lustro se ha demostrado que el consumo de cierto tipo de frutas redunda en un aumento del estatus antioxidante del plasma, y en un riesgo relativamente menor de oxidación de LDL. Tales efectos suponen –en el largo plazo- una reducida formación de ateromas y por ende, un menor riesgo de desarrollo de patologías cardiovasculares. Adicionalmente, para ciertas frutas y verduras se ha establecido que la abundante presencia de polifenoles en estos alimentos contribuye a la prevención y a la reducción del riesgo de desarrollo de ciertos tipos de cáncer y de enfermedades neuro-degenerativas como el Alzheimer.
Hernán Speisky ([email protected]); PhD Profesor Titular, INTA, Universidad de Chile.
Jocelyn Fuentes ([email protected]); PhD Investigadora LAOX, Jefa LAOX, INTA, Universidad de Chile.
Maritza Gómez ([email protected]); Q.L. Coord. Gestión de Calidad LAOX, INTA, Universidad de Chile.
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